Admiraba del museo una escultura
cincelada por ninguna mano tosca
cuando vi que por la talla y con soltura
se paseaba muy oronda una mosca.
¿Qué habrá visto la insolente en esa pieza
que la hizo recorrerla sin permiso?
Tal vez sea que admiróle su belleza
o, quizá, sencillamente así lo quiso.
Siempre admiro al hacedor de criaturas
que perfila los detalles más perfectos
con talento de sus manos por natura
que hasta pueden admirarle los insectos.
11/10/2011
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