Sé que hay un lugar apartado y
desconocido para el común de la gente a donde van todos los pájaros, para
morir.
De poder elegir el lugar donde exhalar mi
último aliento, creo que elegiría ese. Porque debe ser una dimensión en donde nadie
sufre, ni te extraña. Por lo pronto, nadie te ve partir. Ciertamente, lo
tendría en cuenta para salvar a los míos del dolor.
De la cuantiosa cantidad de árboles que pueblan
plazas y jardines, y la inmensa variedad de otros tantos que salpican de
follajes la ciudad, sé que en cada una de sus copas se mecen y moran decenas de
pájaros, que trinan y revolotean en toda su diversidad.
Sin embargo, nunca he visto que alguna de
estas aves caiga muerta de una rama, delante de mí. Tampoco he visto aves
muertas en los techos vecinos; o en las esquinas; o en la puerta del mercado; o
en la iglesia.
En mi vida, jamás oí hablar de pájaros agónicos
al pie de ningún árbol. Tampoco he visto huesecillos acumulándose en las calles;
ni plumas sueltas volando inánimes, empujadas por el viento.
¿Será entonces que mueren en la
privacidad de sus nidos?
Pero entonces ¿Por qué la putrescencia nauseabunda
no invade la ciudad? ¿Quién se ocupa de limpiar sus nidos vacíos? ¿Éstos, son
vueltos a usar?
¿O es que acaso los pájaros nunca mueren,
a menos que se crucen con un gato o los liquide una tormenta fatal?
Es sabido que un ventarrón es capaz de
desbaratar un nido. Y, en consecuencia, pueden caer huevecillos y hasta
pichones incapaces de volar.
Pero nunca, nunca jamás, he sabido de pájaros
que caigan muertos, cansados de vivir, o de cantar.
Los pájaros no mueren súbitamente de
muerte natural. Lo sé. Nunca mueren estando en vuelo; ni mientras contemplan el
atardecer, agrupados en antenas, cables o alambrados. Así como llegan juntos a
la cita, en cuanto el sol se va, desaparecen; para repetir la ceremonia al día
siguiente.
Pero, si los mismos pájaros que vienen
son los que se van, debe ser entonces que mueren mientras duermen, o mientras
dormimos…
Ya ni me pregunto si es que mueren de
viejos o por vanidad; si por inanición o por empacho; si por una peste o por
soledad.
Sólo sé que no sé a dónde es que van todos
los pájaros para morir.
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